viernes, 29 de junio de 2012


8 DE JULIO

DOMINGO 14 DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

1ª Lectura: Ezequiel 2,2-5

Salmo: 122 “Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia.

2ª Lectura: 2ª Corintios 12,7-10

PALABRA DEL DÍA

MARCOS 6.1-6



“En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: -¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí? Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía: -No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa. No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando”.


REFLEXIÓN
            Son impresionantes los relatos bíblicos de la vocación de los profetas, y en este domingo 14 Ordinario, tenemos, en la primera lectura, la llamada a Ezequiel. El profeta recibe directamente de Dios un mensaje a través del Espíritu que le invade. Esta presencia del Espíritu en el texto se debe probablemente a que en Ezequiel está especialmente vivo el aspecto de la trascendencia divina. A Dios nadie le puede ver el rostro (Ex 33,20) y se comunica con los hombres y mujeres a través de diferentes medios como, por ejemplo, su Espíritu. Es una teología propia de Ezequiel, que a pesar de separar de la esfera humana de algún modo a Dios, tiene una virtud: al subrayar la distancia que existe entre la esperanza y posibilidades humanas, y la voluntad y el poder de Dios, suscita confianza.
            Al contrario que Jeremías e Isaías, Ezequiel no opone resistencia, lo mismo que Pablo en esta segunda parte de la segunda Corintios, una fuerte crisis azota a la comunidad. La autoridad de Pablo es fuertemente cuestionada por unos adversarios del apóstol, y esto amenaza la fe de los corintios y su modo de vida según el evangelio que les había predicado. Pablo, se defiende  reconociendo justo aquello que pone de manifiesto su debilidad, pero hay unas maravillosas palabras, que sirven para tu vida y la mía, cuando no puedes con los problemas y las dificultades que la vida te da a diario: -TE BASTA MI GRACIA; LA FUERZA SE REALIZA EN LA DEBILIDAD-. Estas palabras, deberían animarnos a testificar a Cristo como “el Verbo que existía desde el principio”.
            Los seguidores y las seguidoras de Jesús de Nazaret somos unos afortunados, mejor, unos agraciados por habernos encontrado con Él, haber escuchado su llamada y haber dispuesto de muchas oportunidades para seguirlo, continuando su misión sanadora en el mundo.
            Esta misión no es otra que conseguir que todas las mujeres y todos los hombres seamos cada día un poco más libres y, en consecuencia, más felices. Esto no fue sencillo ni fácil para Jesús y por eso tampoco lo es para nosotros.
            Los profetas son personas, hombres y mujeres que, escuchando lo que sucede a su alrededor y cómo eso está afectando no solo a la vida individual sino también a la vida colectiva, la de todas las personas, reflexionan, deciden y actúan con otros de cara a lo que puede ser mejor para todos.
            Jesús “se extrañó de su falta de fe” en su tierra, en aquellos que Él tan bien conocía desde siempre, por eso, denuncia lo que hay, lo que está sucediendo a su alrededor (las personas que más lo están sufriendo) y anuncia –sana- que esto se puede cambiar.

ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR

            Nunca debemos conformarnos con las cosas por el mero hecho de que son como las hemos conocido toda la vida; siempre se pueden mejorar para ayudar a las personas que las estemos viviendo en este tiempo. Por ejemplo, el ejercicio de la autoridad a todos los niveles; la forma y el tiempo de trabajo remunerado y la dedicación al trabajo creativo y solidario con personas y colectivos más desfavorecidos, etc. Siempre debemos procurar dejar las cosas mejor que nos las hemos encontrado.


ORACIÓN FINAL
Al tocar la luz del día de mis ojos, Señor, mi corazón se levanta hacia ti en busca de tu mirada.
Escucha las palabras de quien siente la vida de nuevo, y estate atento, Señor: sé cercano a mi mano abierta.
Da respuesta a mi pregunta, ayúdame en mi inquietud.
Tú que eres mi Señor, y mi Dios en quien yo confío.
A ti abro mi ser, mis ganas de vivir; de mañana, en tus manos pongo mis miedos; de mañana, en tus ojos pongo la pureza y sinceridad de mi búsqueda; de mañana, en tu camino quiero dirigir mis pasos.
Oye mi voz, Señor, tú que eres bueno, y alienta mi vida que busca en ti luz y calor. (Página central hoja dominical “Eucaristía”).


domingo, 24 de junio de 2012


DOMINGO 1 DE JULIO

DOMINGO 13 DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

1ª Lectura: Sabiduría 1,13-15; 2,23-24

Salmo 29: Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

2ª Lectura: 2ª Corintios 8,7.9.13-15

PALABRA DEL DÍA

Marcos 5,21-43

“En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se le acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: -Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva. Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacia doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con solo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: -¿Quién me ha tocado el manto? Los discípulos le contestaron: -Ves como te apretuja la gente y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”. Él seguía mirando alrededor, para ver quien había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: -Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud. Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: -Tu hija se la muerto. ¿Para qué molestar más al maestro? Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: -No temas; basta que tengas fe. No permitió que le acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: -¿Qué estrépitos y qué lloros son estos? La niña no está muerta está dormida. Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: -Talitha qumi”(que significa: “contigo hablo, niña, levántate”). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar, tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña”.

REFLEXIÓN

            Goethe decía: “El milagro, es el niño preferido de la fe”. Por eso Jesús no hacía milagros por puro lucimiento, por fama, por poder o prestigio y mucho menos donde faltaba la fe. La coletilla que acompañaba siempre al milagro era como las del evangelio de hoy, a la mujer que padecía flujos de sangre: “Hija, tu fe te ha salvado”. A Jairo, el jefe de la sinagoga: “No temas; basta que tengas fe”.
            La fama de Jesús no tardó en extenderse. Sus palabras sorprendían. Sus prodigios eran comentados. Su perdón no dejaba a nadie indiferente. Su mirada sorprendía, porque miraba amando.  Muy pronto se convirtió en alguien especial que era buscado, esperado y requerido para sanar y cambiar la realidad de sufrimiento que vivían muchas personas: “Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva”. Quien le tocaba quedaba curado. Quien le escuchaba quedaba transformado. Quien le seguía descubría un horizonte nuevo de vida.
            El Evangelio nos enseña a “tocar la realidad” a entrar en contacto con las personas y las situaciones que viven. Tocar la realidad es sentir que el otro me pertenece, que su vida forma parte de la mía, que su dolor me duele. Un mensaje que supera la solidaridad para convertirse en auténtica experiencia fraterna. Tocar la realidad nos transforma y nos salva.
            La voluntad de Dios es la vida de las personas: “Yo he venido para que tengáis vida y la tengáis en plenitud”. Su alegría es nuestro bien. Dios apuesta ilimitadamente por nosotros, por nuestro bien y por el bien de todo el mundo. Su proyecto de amor lo vemos en la actividad sanadora de Jesús y en su entrega apasionada y absoluta por cada persona. La alegría y la voluntad de Dios es la felicidad de todos y cada uno de sus hijos.



ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR.

            La generosidad es la distinción del creyente. Es la actitud de aquel que ha sentido el amor y la entrega de Jesucristo. Es la actividad de toda la comunidad cristiana, la Iglesia, que se desvive por los favoritos del Evangelio: los necesitados. La generosidad, la solidaridad y el trabajo por la justicia es participación del plan salvador de Dios que sigue actuando hoy. La Iglesia es sacramento de Dios, testimonio de vida, y apuesta por todos. Trabajar por la vida de las personas y hacer presente hoy, con todos, la salvación de Dios. Igualar la realidad para que nadie quede postrado. Compartir los recursos y ayudar a levantar a quien la historia, la vida o el entorno ha dejado por los suelos. En definitiva, repetir lo que hizo Jesucristo.

Dios transforma todo lo que toca. Él quiere la vida y la felicidad de sus Hijos. Nosotros sentimos que nos ama y nos desea. Nuestra respuesta es una vida que piensa en el prójimo y que apuesta por un mundo donde nadie pase necesidad. Aún queda mucho por hacer, pero juntos podemos hacerlo posible.


ORACIÓN FINAL

            Padre de bondad, que por medio de tu gracia nos has hecho hijos de la luz, concédenos vivir fuera de las tinieblas del error y permanecer siempre en el esplendor de la verdad. Por Jesucristo Ntro. Señor. Amén.

           



           


lunes, 18 de junio de 2012


DOMINGO 24 DE JUNIO

LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA

SOLEMNIDAD

1ª Lectura: Isaías 49,1-6
Salmo 138: “Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente”.
2ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 13,22-26

LECTURA DEL DÍA

Lucas 1,57-66.80

“A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: -¡No! Se va a llamar Juan. Le replicaron. –Ninguno de tus parientes se llama así. Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
-¿Qué va a ser este niño? Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel”.

REFLEXIÓN

Los evangelistas,  según la explicación de Jesús, ven cumplida la función de Elías en la persona y actividad de Juan el Bautista, cuyo nacimiento, circuncisión e imposición del nombre relata el texto evangélico de hoy. Juan significa en hebreo “favor de Dios”. En la mentalidad bíblica los nombres adquieren mucha importancia porque revelan la misión de una persona, lo que esa persona está llamada a ser. El Bautista fue el último de los profetas del antiguo Testamento, y en su persona vino a resumirse la serie ininterrumpida de favores de Dios al pueblo elegido, orientados a la persona de Cristo el mesías. Juan tuvo la misión y el privilegio de ser el precursor inmediato, y tanto que entró en contacto personal con él.
Dios cumple las promesas que había hecho a su pueblo. El nombre de Isabel, la madre del Bautista, significa “Dios-ha-jurado”, es decir, recuerda fielmente la alianza; el nombre de su padre Zacarías, significa “Dios-se-ha-acordado”. Los tres protagonistas del evangelio de hoy constituyen toda una familia al servicio del plan salvador de Dios y sus nombres proclaman que el Señor ha sido fiel a sus promesas.  
La historia de san Juan también nos remite a nuestra propia historia. “Le pondrás por nombre Juan”, le dice el ángel a Zacarías. ¡Qué importante es caer en la cuenta de esta verdad de la fe! Dios nos ha llamado a la vida y Él la sostiene a lo largo de los años. San Pablo nos lo dirá con toda rotundidad: “En Dios vivimos, nos movemos y existimos. Somos descendientes de Dios” (Hch. 17,28).
Todos hemos sido llamados por Dios. Él nos ha llamado a la vida. Fue él quien pronunció nuestro nombre, el de cada uno, y en ese acto de amor nos regaló la vida. El profeta Isaías, consciente de ello, nos lo dice: “El Señor me llamó desde antes que yo naciera, pronunció mi nombre cuando aún estaba yo en el seno de mi madre” (Is. 49,1).
ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR
            El nombre de “Juan” indica ya su misión. Su misión será la de preparar el camino al Dios de la misericordia que llega a su pueblo. Anunciar que “el que viene y al que no soy digno de desatarle las sandalias” (Lc 3,16) es la presencia de la misericordia de Dios en medio de su pueblo. Juan nos dirá que el rostro más auténtico de Dios lo contemplaremos en Jesús: “¡Mirad, ese es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!” (Jn 1,29).
            Hemos sido llamados para vivir y transmitir su miser5icordia. Ser cristiano, ser discípulo de Jesús, es pasar por la vida como Él, que pasó haciendo el bien (Hch 10,38). Hemos sido llamados para ser transparencia de su amor, sacramento de su amor. Hemos sido llamados para ser profetas suyos y de su Reino.

TESTIMONIO
¿QUIÉNES SON LOS PROFETAS?
            Los que madrugan cada mañana para ganarse el pan honradamente; los abuelos que, con su exigua pensión, siguen ayudando a sus hijos en paro; los que nunca se cansaron de trabajar gratuitamente por las cuestiones de todos, en el colegio, en el barrio, en la parroquia…y permanecen ahí, sin esperar a que nadie les dé las gracias; tantas y tantos voluntarios en ONG y asociaciones solidarias que comparten su tiempo y su vida con los más desfavorecidos…
            Las esperanzas que ponemos en los grandes personajes que deslumbran nos impiden ver a las grandes personas que conviven con nosotros. Algo así sucedió con los grandes profetas de Israel. Algo así sucedió cuando los evangelios nos dicen que “en aquel tiempo…” Dios siempre parece actuar de otro modo.

Javier García

Portada Hoja Dominical “Eucaristía”

           

viernes, 15 de junio de 2012

15 de Junio: Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

15 DE JUNIO, VIERNES
SOLEMNIDAD DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
PALABRA DEL DÍA
Juan 19,31-37
“Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: “No le quebrarán un hueso”; y en otro lugar la Escritura dice: “Mirarán al que atravesaron”.
REFLEXIÓN
UNA DEVOCIÓN PERMANENTE Y ACTUAL

La Iglesia celebra la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús el viernes posterior al II domingo de pentecostés. Todo el mes de junio está, de algún modo, dedicado por la piedad cristiana al Corazón de Cristo.

Hay quien podría pensar que la devoción al Sagrado Corazón es algo trasnochado, propio de otras épocas, pero ya superado en el momento actual. Sin embargo, el Papa Juan Pablo II, en la carta entregada al Prepósito General de la Compañía de Jesús, P. Kolvenbach, en la Capilla de San Claudio de la Colombière, el 5 de octubre de 1986, en Paray-le-Monial, animaba a los Jesuitas a impulsar esta devoción:

"Sé con cuánta generosidad la Compañía de Jesús ha acogido esta admirable misión y con cuánto ardor ha buscado cumplirla lo mejor posible en el curso de estos tres últimos siglos: ahora bien, yo deseo, en esta ocasión solemne, exhortar a todos los miembros de la Compañía a que promuevan con mayor celo aún esta devoción que corresponde más que nunca a las esperanzas de nuestro tiempo".

Esta exhortación a promover con mayor celo aún esta devoción que corresponde más que nunca a las esperanzas de nuestro tiempo, se fundamenta, según el pensamiento del Papa, en dos motivos, principalmente:

1) Los elementos esenciales de esta devoción "pertenecen de manera permanente a la espiritualidad propia de la Iglesia a lo largo de toda la historia", pues, desde siempre, la Iglesia ha visto en el Corazón de Cristo, del cual brotó sangre y agua, el símbolo de los sacramentos que constituyen la Iglesia; y, además, los Santos Padres han visto en el Corazón del Verbo encarnado "el comienzo de toda la obra de nuestra salvación, fruto del amor del Divino Redentor del que este Corazón traspasado: “ es un símbolo particularmente expresivo”

2) Tal como afirma el Vaticano II, el mensaje de Cristo, el Verbo encarnado, que nos amó "con corazón de hombre", lejos de empequeñecer al hombre, difunde luz, vida y libertad para el progreso humano y, fuera de Él, nada puede llenar el corazón del hombre (cf Gaudium et spes, 21). Es decir, junto al Corazón de Cristo, "el corazón del hombre aprende a conocer el sentido de su vida y de su destino".

Se trata, por consiguiente, de una devoción a la vez permanente y actual.

Esta exhortación de Juan Pablo II enlaza con la enseñanza de sus predecesores. Como es sabido, existe un rico magisterio pontificio dedicado a explicar los fundamentos y a promover la devoción al Corazón de Jesús: desde las encíclica “Annum Sacrum” y "Tametsi futura", de León XIII; pasando por "Quas primas" y "Miserentissimus Redemptor", de Pío XI; hasta "Summi Pontificatus" y "Haurietis aquas", del Papa Pío XII. Igualmente, Pablo VI dirigió en 1965 una Carta Apostólica a los Obispos del orbe católico, "Investigabiles divitias". En ellas animaba:

"actuar de forma que el culto al Sagrado Corazón, que - lo decimos con dolor - se ha debilitado en algunos, florezca cada día más y sea considerado y reconocido por todos como una forma noble y digna de esa verdadera piedad hacia Cristo, que en nuestro tiempo, por obra del Concilio Vaticano II especialmente, se viene insistentemente pidiendo..."

Al honrar el corazón de Jesús, la Iglesia venera y adora, en palabras de Pío XII, "el símbolo y casi la expresión de la caridad divina" . Poco después del Gran Jubileo de los 2000 años del nacimiento de Jesucristo, meditar sobre la devoción al Corazón de Jesús es un medio propicio para secundar la iniciativa del Papa que nos invitaba a contemplar el acontecimiento de la Encarnación del Hijo de Dios, misterio de salvación para todo el género humano.
ENTRA Y HORA EN TU INTERIOR
               ¡SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN TI CONFÍO!. Es el único siempre fiel, en el que podemos descansar, el que nos perdona siempre que se lo pedimos y nos ama infinitamente conociendo lo ingrato e infieles que somos. ¿Cómo no amar al corazón que más ama, del que salió el agua de mi bautismo que me hizo hijo de dios, y la sangre de la Eucaristía que me alimenta y da la vida?.



martes, 5 de junio de 2012


17 DE JUNIO
DOMINGO 11 DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)
PALABRA DEL DÍA
(Marcos 4,26-34)
“En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: -El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega. Dijo también: -¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas. Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado”.
1ª Lectura: Exequiel 17,22-24
Salmo 91: Es bueno dar gracias al Señor.
2ª Lectura: 2ª Corintios 5,6-10
REFLEXIÓN
            El núcleo fundamental de la predicación de Jesús, es el anuncio del Reino de Dios. Jesús solía hablar del Reino de Dios con parábolas porque, más que un concepto teórico, el Reino de Dios es una realidad en su propia persona. Jesús comenzó a hacerlo tangible en su tierra y entre los suyos. Una de las imágenes habituales que empleaba para referirse a ello es la del grano que se planta con ilusión en la tierra, que se espera desde lo profundo de ella a que crezca, porque tiene vida encerrada en su interior.
            El creyente, el que ha vivido la experiencia del encuentro con la Vida, es quien conoce bien la potencia de la semilla. Un pequeño grano, seco, contiene la posibilidad de reverdecer y generar lo imposible. Por eso la semilla se planta, con el cuidado del que sabe que se encuentra ante un misterio: roturando la tierra, abonando su suelo, sembrando con cariño el grano inerte y cubriéndolo en silencio. Y a esperar, a esperar que la vida que hay encerrada en esa semilla se vaya abriendo camino.
            Nosotros, en nuestras acciones diarias reproducimos, como Jesús hacía, estos gestos. Las frases y las acciones del cristiano no están nunca vacías, pero tampoco se busca conscientemente darles contenido o creer en ellas; ya tienen de por sí su sentido, desde el momento en que se plantan.
            Nuestra impaciencia es la señal de nuestro barro seco y duro, y de una tierra cansada de explotadores que persiguen beneficios. Todos quieren rendimientos fáciles, que las acciones tengan sus éxitos; también en las intervenciones generosas y altruistas. En la Iglesia adolecemos de esta misma falta autocomplaciente de paciencia en la construcción del Reino, que nos desasosiega y empuja a creer en nuestras propias fuerzas o a dar por imposible la empresa.

            Sin embargo, como dice la Palabra de hoy, el grano germina y crece sin que se sepa cómo. La espera creyente ha de volverse a lo profundo de nuestra tierra, a la potencia de la simiente, a la sorpresa que llega, abonada y regada cada día por el único Dueño de la mies.
            Hermanas y hermanos, únicamente una mirada profunda, interior a los acontecimientos en los que participamos nos los descubren como signos del Reino de Dios actualmente real y en formación progresiva en el mundo. Tenemos, como nos recomendó el Concilio Vaticano II en la Constitución Gaudium et Spes, saber leer los signos de los tiempos y saber dejarnos guiar por las mociones del Espíritu.
            A la Iglesia, por el contrario, corresponde interpretarlos desde la sorpresa y la maravilla de unos creyentes que observan el grano seco de trigo convertido en dorada espiga de primavera dispuesta para la siega, o la semilla insignificante de mostaza transformada en expresión exuberante de la vida. Desde el fondo de la tierra, cuando la semilla emerge en tallo de vida, emerge lo sorprendente: un mundo bueno y nuevo, donde el Dios de la Vida reina.
ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR
            La verdad es, que las acciones de Dios no coinciden con nuestras ideas acerca de la divinidad. Según la concepción general de la historia de las religiones, los dioses son seres caprichosos y poderosos que gustan de manifestar su poder, imponiendo su voluntad ostentosa y terrible sobre los seres humanos. En las palabras de hoy, sin embargo, el Dios de Israel y Padre de Jesús se muestra como un amante de su creación, que desea vivificarla desde su interior, como hace un buen jardinero o labrador con sus plantas. Su reino no es el del miedo sino el de la vida en abundancia, que germina desde la insignificancia, la ternura, la paciencia y la serenidad constante del sincero amor.
ORACIÓN FINAL: (Salmo 91,23.13-16)
            Es bueno darte gracias, Señor.
Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad.
El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano;
plantado en los atrios de nuestro Dios.
En la vejez seguirá dando frutos
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.

             


lunes, 4 de junio de 2012


10 DE JUNIO
JUEVES O DOMINGO DESPUÉS DE
LA SANTÍSIMA TRINIDAD
SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE JESÚS
DÍA NACIONAL DE CARIDAD

1ª Lectura: Éxodo 24, 3-8
Salmo: 115
2ª Lectura: Hebreos 9,11-15

“TOMAD, ESTO ES MI CUERPO… ESTA ES
MI SANGRE DE LA NUEVA ALIANZA,
DERRAMADA POR TODOS”
PALABRA DEL DÍA
Marcos 14,12-26

“El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero Pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?”. Él envió a dos discípulos, diciéndoles: “Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: “El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?”. Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena”. Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: “Tomad, esto es mi cuerpo”. Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se lo dio, y todos bebieron. Y les dijo: “esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el Reino de Dios. Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos”.

REFLEXIÓN


           La Iglesia vive de la Eucaristía: el amor de Cristo reúne a los hijos de Dios, se ofrece por ellos, los alimenta, los envía. Y se ha de conocer que han participado en tan grande sacramento por el amor que ofrecen a sus hermanos de toda raza, pueblo y nación.
            Dar la vida y entregarse con generosidad a favor de los demás, es la prueba más evidente y grande del amor: La Eucaristía nos acerca siempre a aquel amor que es más grande que la muerte. Amor inagotable que sale al encuentro del corazón del hombre.
            La Eucaristía celebrada y vivida, se convierte en escuela de amor, pues está evidenciando en la entrega de Cristo, el valor del hombre ante Dios. La Eucaristía actualiza el servicio de Cristo que no vino a ser servido sino a servir y dar la vida en rescate por todos, y es lugar de renovación de la misión de la Iglesia, sobre todo a favor de los más necesitados.
            Quien coma de este pan vivirá para siempre, nos dijo Jesús. Comer de este pan de la Eucaristía es exigencia de compartir. Comer de este pan, significa que no debe haber nunca un pobre debajo de nuestra mesa comiendo las migajas que caen de ella, sino sentado a nuestro lado.
            En el día final seremos juzgados y reconocidos por cuanto se haya hecho en el amor y servicio a los demás: tuve hambre y me diste de comer.... Si Cristo se ofrece de una manera tan sacrificada en la eucaristía, el que come de este pan santo ha de entregarse por los demás.
            La Eucaristía ha de llevarnos a ponernos junto a las esperanzas y angustias de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, particularmente de los pobres. Nada de lo auténticamente humano debe dejarnos indiferentes.
            El cristiano es el que siente como suyas las alegrías, las tristezas, los sufrimientos, los dolores de los demás.
            El Cristiano es el que sabe llorar con el que llora, reír con el que ríe, sufrir con el que sufre.
            Por eso no podemos separar Eucaristía y Caridad, no somos una ONG. Nuestro ejercicio de la solidaridad y de la caridad es consecuencia de nuestro ser cristiano, es consecuencia del amor derramado en nuestros corazones por Cristo Jesús, que en el sacramento eucarístico se hace alimento para el camino y primicia de vida eterna.
            Por eso, compartir con los demás, no es sólo un gesto solidario, sino también expresión del amor fraterno que, como gracia y favor de Dios, se ha recibido. Es una forma de manifestar la gratitud a Dios, que nos ha dado los bienes de mundo y la gracia de tener el corazón abierto al amor de los demás.
            Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros. La caridad no es una simple ayuda, sino la expresión del amor de Dios. En esto se manifestará que hemos conocido a Dios y que hemos pasado de la muerte a la vida, en que amamos a los hermanos.
            El amor fraterno es la señal luminosa del amor de Dios. Si con Dios se vive, con su amor se ama y se sirve a los demás.
            ¿Cómo no vamos a amar a nuestros hermanos habiendo sido nosotros amados de tal manera por Dios que nos ha dado a su propio Hijo?.
            Los cristianos tenemos un testamento nuevo, un sacrificio nuevo, un mandamiento nuevo, un alimento nuevo. Esto nos tiene que convertir en hombres nuevos capaces de crear una nueva humanidad, una nueva civilización del amor.
            Y es precisamente en la Eucaristía donde resplandece y continua en el tiempo esa novedad del misterio pascual y del amor fraterno y universa.
            La Eucaristía es acción de gracias y la caridad reconocimiento. Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos.
            La Eucaristía es alabanza de las maravillas de Dios, la caridad, hacer vivo el amor de Cristo: amaos los unos a los otros como yo os he amado.
            La Eucaristía es sacrificio y la caridad amor en la entrega: aunque me dejara quemar vivo, si no tengo caridad de nada me sirve, dice Pablo en primera Corintios 13.
            La Eucaristía es presencia escondida. La caridad es coherencia y sinceridad: el que no ama a su hermano a quién ve, cómo va a amar a Dios al que no ve?.
            La Eucaristía, en fin, es fuente y cima de la vida cristiana. Y la caridad es la señal de que somos reconocidos como discípulos de Cristo: en esto se conocerá que sois discípulos míos, en el amor que exista entre vosotros.
            Esta será la medida con la que nos medirán en el último día.
            Esperamos, por la misericordia de Dios,  escuchar en aquel momento, las palabras: Venid benditos de mi Padre, heredad el reino que os tenía preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre y me distéis de comer, tuve sed y me distéis de beber, estuve enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme.
            Y ojalá respondamos: bendito tu, Señor, porque yo era el hambriento y me diste el pan del cielo que es tu cuerpo. Porque yo era el sediento y me diste  a beber la copa de tu sangre. Porque yo estaba desnudo y me vestiste con traje de fiesta.


ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR
            La Eucaristía es acción de gracias y la caridad reconocimiento: Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos.
            La Euistía es alabanza de las maravillas de Dios; la caridad, hace vivo el amor de Cristo: amaos los unos a los otros como yo os he amado.
            La Eucaristía es sacrificio y la caridad amor en la entrega: aunque me dejara quemar vivo, si no tengo caridad de nada me sirve, dice Pablo en 1 Cor 13.
            La Eucaristía es presencia escondida. La caridad es coherencia y sinceridad: el que no ama a su hermano a quien ve, ¿cómo va a amar a Dios al que no ve?.
            La Eucaristía, en fin, es fuente y cima de la vida cristiana. Y la caridad es la señal de que somos reconocidos como discípulos de Cristo: en esto se conoce que sois discípulos míos, en el amor que exista entre vosotros. Esta será la medida con la que nos medirán en el último día.
                        Esperamos, por la misericordia de Dios, escuchar en aquel momento, las palabras: “Venid benditos de mi Padre, heredad el reino que os tenía preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre y me distéis de comer, tuve sed y me distéis de beber, estuve denudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis en la cárcel y vinisteis a verme”. Y tendremos que responder bendito tú, Señor, porque yo era el hambriento y me diste el pan del cielo que es tu cuerpo. Porque yo era el sediento y me diste a beber la copa de tu sangre. Y los justos irán a la vida eterna.
ORACIÓN FINAL
 ¡Oh Dios! Que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos como te pedimos, venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos, constantemente en nosotros, los frutos de tu redención. Amén.

TESTIMONIO
Tu primera comunión
mayo 28, 2012
"Zorionak, Aimar! Zorionak, Malen, Andoni, Ander, Libe, Ioritz… Hoy hacéis vuestra primera comunión, o la acabáis de hacer en estos domingos floridos de mayo. Veros juntos y mirar vuestras caras es como mirar el campo verde, lleno de cantos. ¡Cómo me alegro de veros contentos y de veros jugar en los tiempos que corren!. ¡Cómo me alegro de veros recibir el pan de la vida en la mesa de Jesús!.
¡Oh, el pan!. Mirad el pan, Aimar. El pan que hacen tu padre y tus tíos, como el pan de la abuela, en el horno del caserío. La hostia es pan, y el pan es tierra y agua, aire y fuego, electrones que danzan y estrellas de fuego formando galaxias. Cada pequeña hostia es el cosmos infinito, y cada hogaza redonda es santa como la hostia redonda de la primera comunión.
Mirad el pan. Cada trocito de pan es la historia del mundo desde el primer Big Bang, y desde mucho antes, aunque no sabemos nada de lo que hubo antes. Pero todo está en ese trocito de pan. Todas las tierras labradas, las mañanas frías, los días soleados, los brotes tiernos, las lluvias de la primavera, las espigas verdes y las amapolas rojas, el grano molido, la harina lisa como la piel o como la playa. Y todas las savias, todo los colores. Todo lleno de vida, lleno de Dios, desde siempre hasta siempre.
Mirad el pan con vuestros pequeños ojos tan limpios todavía. En un trocito de pan, en esa pequeña hostia se contiene la historia de toda la humanidad, tan bella y tan dura. Mirad el pan: así somos. Somos esa pequeña hostia de pan sagrado y sabroso, de pan sufrido y lleno de sueños.
Por eso a Jesús le gustaba tanto el pan, y también el vino: porque de eso vivía la pobre gente. Y comía y bebía alegremente con todos, pero sobre todo con la gente que los “justos” despreciaban como impuros, pecadores y herejes. Por eso le llamaron comilón y borracho, “amigo de pecadores” y hasta de prostitutas. Pero a él no le importaba. Y soñaba cada día que muy pronto, muy pronto, ya no habría más injusticia en la Tierra, ni deudas, ni hipotecas, ni gente sin casa y sin pan. Soñaba que habría pan y vino en abundancia para todos, y que todo el mundo se podría sentar en la misma mesa para un gran banquete. Y a los que se creían justos les decía: “Las prostitutas irán por delante de vosotros al banquete de Dios”.
Eso era otro mundo, pero en este mundo, y a los poderosos no les convenía. Jesús presintió que iban a por él, y no se le ocurrió cosa mejor que organizar una alegre cena de despedida con sus amigas y amigos, y con pan y vino. Y les dijo:
“Cuando os reunáis para comer pan y beber vino, acordaos de mí y seguid brindando por mí y por la esperanza de otro mundo en este mundo”.
Pues eso es la primera comunión y todas las comuniones. Los amigos de Jesús nos reunimos para brindar con pan y vino por la esperanza de Jesús, que es nuestra esperanza. Y lo mismo da que sea pan de trigo o de mijo o de arroz o de maíz, y que sea vino de uva o manzana, cebada o arroz o caña de azúcar, cualquier licor que alegre y dé sabor a la vida de la pobre gente. Todo aquello que nutre y alegra es cuerpo de Jesús y cuerpo de Dios.
Zorionak, felicidades, Aimar, Malen, Andoni, Ioritz!… Disfrutad, jugad, creced. Sed alegres y buenos. Sed como Jesús, mejores que nosotros. Y prometednos que pondréis un granito de trigo para que este mundo sea como un pan grande, para que todos formemos el cuerpo de Dios, para que cada día sea la primera comunión".
José Arregi Olaizola