jueves, 30 de julio de 2015

9 DE AGOSTO: XIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO,




"Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo”.
DOMINGO 12 DE AGOSTO
DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)
1ª Lectura: 1 Reyes 19,4-8
Salmo 33: “Gustad y ved qué bueno es el Señor”
2ª Lectura: Efesios 4,30-5,2
PALABRA DEL DÍA
Juan 6,41-51
“Los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: “yo soy el pan bajado del cielo”, y decían: “¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre?, ¿cómo dice ahora que ha bajado del cielo?”. Jesús tomó la palabra y les dijo:”No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo trae el Padre que me ha enviado. Y yo le resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende, viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que viene de Dios: éste ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo”.
Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
"Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo".
Y decían: "¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: 'Yo he bajado del cielo'?"
Jesús tomó la palabra y les dijo: "No murmuren entre ustedes.
Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí.
Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre.
Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna.
Yo soy el pan de Vida.
Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron.
Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera.
Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo".
REFLEXIÓN
            Ante las dudas que suscita en sus paisanos las palabras de Jesús, conocen a su padre y a su madre, por tanto conocen de sobra su origen humano, pasar de este conocimiento a aceptar: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo”, les resulta escandaloso. Es difícil y es demasiado duro superar el obstáculo del origen humano de Jesús y reconocerle como Dios. Jesús evita una discusión inútil y les ayuda a reflexionar sobre su dureza de corazón, enunciando las condiciones necesarias para creer en él:
1ª.- Ser atraídos por el Padre (v. 44) “Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado”.
2ª.- Docilidad a Dios (v. 45) “Está escrito en los profetas: Serán todos discípulos de Dios”.
3ª.- Escuchar al Padre (v.45) “Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende, viene a mí”.

            No es raro, y en estos tiempos menos, oír la expresión: “¡Basta, no puedo más!”. La vida, en determinados momentos, es verdaderamente dura. ¿Y quién la siente y la resiste difícil, desagradable, insoportable, durante años y años? La experiencia de Elías está presente como nunca en la condición humana, especialmente, en los que se toman en serio la tarea a favor o en apoyo de los otros que les ha sido confiada: “¡Basta, Señor! Quítame la vida, que yo no valgo más que mis padres”.
            Esta experiencia, típica de la condición humana, marcada por el cansancio, por la precariedad, por la vulnerabilidad y por la fragilidad, puede ser el comienzo de una invocación que se abre al misterio de Dios. Dios quiere que sus hijos tomen conciencia de que él está presente en sus vidas. A Elías le mandó un ángel con un pan; a nosotros nos envía a su Hijo, que se hace pan de vida, pan para nuestra vida, pan para sostenernos en el camino, pan para no dejarnos solos en las misiones y en los momentos difíciles.
ENTRA EN TU INTERIOR
ATRACCIÓN POR JESÚS
             El evangelista Juan repite una y otra vez expresiones e imágenes de gran fuerza para grabar bien en las comunidades cristianas que han de acercarse a Jesús para descubrir en él una fuente de vida nueva. Un principio vital que no es comparable con nada que hayan podido conocer con anterioridad.
             Jesús es «pan bajado del cielo». No ha de ser confundido con cualquier fuente de vida. En Jesucristo podemos alimentarnos de una fuerza, una luz, una esperanza, un aliento vital... que vienen del misterio mismo de Dios, el Creador de la vida. Jesús es «el pan de la vida».
            Por eso, precisamente, no es posible encontrarse con él de cualquier manera. Hemos de ir a lo más hondo de nosotros mismos, abrirnos a Dios y «escuchar lo que nos dice el Padre». Nadie puede sentir verdadera atracción por Jesús, «si no lo atrae el Padre que lo ha enviado».

            Lo más atractivo de Jesús es su capacidad de dar vida. El que cree en Jesucristo y sabe entrar en contacto con él, conoce una vida diferente, de calidad nueva, una vida que, de alguna manera, pertenece ya al mundo de Dios. Juan se atreve a decir que «el que coma de este pan, vivirá para siempre».
            Si, en nuestras comunidades cristianas, no nos alimentamos del contacto con Jesús, seguiremos ignorando lo más esencial y decisivo del cristianismo. Por eso, nada hay pastoralmente más urgente que cuidar bien nuestra relación con Jesús el Cristo.
             Si, en la Iglesia, no nos sentimos atraídos por ese Dios encarnado en un hombre tan humano, cercano y cordial, nadie nos sacará del estado de mediocridad en que vivimos sumidos de ordinario. Nadie nos estimulará para ir más lejos que lo establecido por nuestras instituciones. Nadie nos alentará para ir más adelante que lo que nos marcan nuestras tradiciones.
             Si Jesús no nos alimenta con su Espíritu de creatividad, seguiremos atrapados en el pasado, viviendo nuestra religión desde formas, concepciones y sensibilidades nacidas y desarrolladas en otras épocas y para otros tiempos que no son los nuestros. Pero, entonces, Jesús no podrá contar con nuestra cooperación para engendrar y alimentar la fe en el corazón de los hombres y mujeres de hoy.

 José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
            La vida vivida eucarísticamente es siempre una vida de misión. Vivimos en un mundo que gime bajo el peso de sus pérdidas, de sus pecados: las guerras despiadadas que destruyen pueblos y países, el hambre y las muertes que provocan, que diezman poblaciones enteras, el crimen y la violencia de todo tipo que ponen en peligro la vida  de millones de personas, las enfermedades incurables, ¿incurables?. Este es el mundo al que hemos sido enviados a vivir eucarísticamente, esto es, a vivir con el corazón ardiente y con los ojos y los oídos abiertos. Parece una tarea imposible. El misterio del amor de Dios, consiste en que nuestros corazones ardientes y nuestros oídos receptivos estarán en condiciones de descubrir que aquel a quien habíamos encontrado en la intimidad continúa revelándose a nosotros entre los pobres, los enfermos, los hambrientos, los, prisioneros, los refugiados y entre todos los que viven en medio del peligro y del miedo (H.J.M. Nouwen. La forza della sua presenza, Brescia 2000, pp. 82ss).
            El pan que nos ofrece, su Hijo amado, contiene las atenciones que tiene con nosotros. Es el punto de llegada de la acción creadora del Padre, de la obra de reconstrucción llevada a cabo por el Hijo; es pan siempre tierno por la obra del Espíritu. Ese pan es memorial y proclamación de una historia infinita de amor: con él también nos sostiene, nos alienta, nos invita a reemprender el camino, con el mismo corazón y la misma audacia recordada y encerrada en el pan de vida.
ORACIÓN
            Ilumina, Señor, mi mente para que pueda comprender que la eucaristía es “memorial y proclamación de la muerte del Señor”. En ese pan has puesto “todo deleite”, porque en él has puesto toda tu historia de amor conmigo y con el mundo. Con ese pan quieres recordarme todo el amor que sientes por mí, un amor que ha llegado a su cumbre insuperable en la muerte y resurrección de tu Hijo, de suerte que yo no pueda dudar ya nunca.
            Refuerza, Señor, mi pequeño corazón, demasiado pequeño para comprender; ilumínale sobre los costes del amor, para que no se desanime, para que se reanime, reemprenda el camino, no se achique y esté seguro de que contigo y por ti vale la pena caminar y sudar aún un poco, especialmente cuando tenemos que desarrollar tareas delicadas. ¡Todavía un poco, que la meta no está lejos.
            Haz que pueda cumplir y hacer mías las palabras de Pablo a los cristianos de Éfeso: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos suyos muy queridos. Y haced del amor la norma de vuestra vida, a imitación de Cristo, que nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda y sacrificio de suave olor a Dios”. AMEN.

Expliquemos el Evangelio a los niños.
Imágenes de Fano.

 
 
Imagen para colorear.
 
 



 


 

martes, 28 de julio de 2015

2 DE AGOSTO: XVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.


“Os lo aseguro, me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura, dando vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios."
 2 DE AGOSTO
DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)
1ª Lectura: Éxodo 16,2-4.12-15
Salmo 77: “El Señor le dio un trigo celeste”
2ª Lectura: Efesios 4,17.20-24
PALABRA DEL DÍA
Juan 6,24-35
“Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo has venido aquí?”. Jesús les contestó: “Os lo aseguro, me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura, dando vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios. Ellos le preguntaron: “¿Cómo podremos ocuparnos en los trabajos que Dios quiere?”. Respondió Jesús: “Este es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que él ha enviado”. Ellos le replicaron: “¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo”. Jesús les replicó: “Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo”. Entonces le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan”. Jesús les contestó: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mi no pasará sed”.
Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
"Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.
Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello".
Ellos le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?".
Jesús les respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado".
Y volvieron a preguntarle: "¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo".
Jesús respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo;
porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo".
Ellos le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan".
Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed."
REFLEXIÓN
            Ante la pregunta que le hace a Jesús la muchedumbre, cuando lo encuentran junto a Cafarnaúm: “Maestro, ¿cuándo has llegado aquí?”. Jesús no responde a los que le preguntan, pero revela las verdaderas intenciones que han impulsado a la gente a buscarle, desenmascara una mentalidad demasiado material. Todos siguen a Jesús por el pan material, sin comprender la señal hecha por el profeta. Buscan más las ventajas materiales y pasajeras que las ocasiones de adhesión y de amor. Ante esta ceguera espiritual, Jesús proclama la diversidad que existe entre el pan material y corruptible y ese otro “que da la vida eterna”. Invita a la gente a superar ese estrecho horizonte en que viven, para pasar a la fe. Ante la pregunta: “¿Qué debemos hacer para actuar como Dios quiere?”, Jesús exige una sola cosa: la adhesión al plan de Dios, es decir, “lo que Dios espera de vosotros es que creáis en aquel que él ha enviado”.
            Pero para esto el milagro de los panes no es suficiente. Sus padres, en el desierto, vivieron un milagro mayor: “Dios les dio a comer pan del cielo”, Dios les dio el maná.  Jesús, en realidad, da verdaderamente el nuevo maná, porque su alimento es muy superior al que comieron los padres en el desierto: él da a todos la vida eterna. Pero solo el que tiene fe puede recibir ese don. El verdadero alimento no está en el don de Moisés y en la ley, sino en el don del Hijo,  que el Padre ofrece a los hombres, porque él es “el verdadero pan del cielo” y “el surtidor de agua que salta hasta la vida eterna”.
            Es el don amoroso hecho por el Padre a cada hombre, Él es la Palabra  que han de creer: quien se adhiere a él da un sentido a su propia vida y consigue su propia felicidad.
ENTRA  EN TU INTERIOR
EL CORAZÓN DEL CRISTIANISMO
             La gente necesita a Jesús y lo busca. Hay algo en él que les atrae, pero todavía no saben exactamente por qué lo buscan ni para qué. Según el evangelista, muchos lo hacen porque el día anterior les ha distribuido pan para saciar su hambre.
             Jesús comienza a conversar con ellos. Hay cosas que conviene aclarar desde el principio. El pan material es muy importante. Él mismo les ha enseñado a pedir a Dios «el pan de cada día» para todos. Pero el ser humano necesita algo más. Jesús quiere ofrecerles un alimento que puede saciar para siempre su hambre de vida.
             La gente intuye que Jesús les está abriendo un horizonte nuevo, pero no saben qué hacer, ni por dónde empezar. El evangelista resume sus interrogantes con estas palabras: «y ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?». Hay en ellos un deseo sincero de acertar. Quieren trabajar en lo que Dios quiere, pero, acostumbrados a pensarlo todo desde la Ley, preguntan a Jesús qué obras, prácticas y observancias nuevas tienen que tener en cuenta.
             La respuesta de Jesús toca el corazón del cristianismo: «la obra (¡en singular!) que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado». Dios sólo quiere que crean en Jesucristo pues es el gran regalo que él ha enviado al mundo. Ésta es la nueva exigencia. En esto han de trabajar. Lo demás es secundario.
             Después de veinte siglos de cristianismo, ¿no necesitamos descubrir de nuevo que toda la fuerza y la originalidad de la Iglesia está en creer en Jesucristo y seguirlo? ¿No necesitamos pasar de la actitud de adeptos de una religión de "creencias" y de "prácticas" a vivir como discípulos de Jesús?
             La fe cristiana no consiste primordialmente en ir cumpliendo correctamente un código de prácticas y observancias nuevas, superiores a las del antiguo testamento. No. La identidad cristiana está en aprender a vivir un estilo de vida que nace de la relación viva y confiada en Jesús el Cristo. Nos vamos haciendo cristianos en la medida en que aprendemos a pensar, sentir, amar, trabajar, sufrir y vivir como Jesús.
             Ser cristiano exige hoy una experiencia de Jesús y una identificación con su proyecto que no se requería hace unos años para ser un buen practicante. Para subsistir en medio de la sociedad laica, las comunidades cristianas necesitan cuidar más que  nunca la adhesión y el contacto vital con Jesús el Cristo.
 José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
            Nuestra sociedad nos ha educado para prever, calcular, usar la razón. Los interlocutores de Jesús tenían más de un motivo para mostrarse perplejos, dado que un hombre, aunque fuera prestigioso, se autoproclama “el pan de, la vida”. ¿No es eso un poco presuntuoso? ¿No se está exaltando? ¿No está exagerando, visto el éxito del milagro? Es cierto que es capaz de dar pan para comer; ahora bien, para llegar a considerarse el “pan bajado del cielo”, el pan definitivo, queda todavía mucho trecho. Es preciso reconocer que los que murmuraban o se mostraban perplejos tenían sus buenas razones para hacerlo.
            A veces pienso que también yo, si me hubiera encontrado en las mismas circunstancias, habría tenido más o menos las mismas reacciones, precisamente porque pienso normalmente que es necesario ser concreto, mantenerse con los pies en el suelo, no dejarse fascinar ni arrastrar por entusiasmos fáciles que, después, se revelan ilusorios.
 ORACIÓN
            Señor, te pido que me hagas percibir este instinto vital superior al menos con la misma fuerza que el natural, para que mis decisiones sean prudentes y sabías, no ligadas sólo al sentido común, y tampoco estén dictadas por la facilidad para creer cualquier propuesta milagrera.
            Haz, oh Señor, que no desista nunca de ser un hombre arraigado en la realidad y, al mismo tiempo, abierto también a tu Realidad, a ti, que puedes  sorprenderme y venir a mi encuentro en cualquier momento; a ti, que puedes dar la vuelta en un instante a la marcha normal de las cosas, para plantearme la pregunta radical sobre en qué pongo mi confianza.
Expliquemos el Evangelio a los niños.
Dibujos de Fano.

Para colorear.

 

lunes, 20 de julio de 2015

26 DE JULIO: XVII DOMINGODEL TIEMPO ORDINARIO.

 
“La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: -Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo.”
26 DE JULIO
DOMINGO XVII DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)
1ªLectura: Segundo Libro de los Reyes 4,42-44
Comerán y sobrará.
Salmo 144: “Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.
2ªLectura: Efesios 4,1-6
Un solo cuerpo, un Señor, una fe, un bautismo.
PALABRA DEL DÍA
Juan 6,1-15
“En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos, Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: -¿Con qué compraremos panes para que coman estos? Lo decía para tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: -Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo. – Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de simón Pedro, le dice: -Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos? Jesús dijo: -Decid a la gente que se siente en el suelo. Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eras unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: -Recoger los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie. Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: -Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo. Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo”.
Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
“Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades.
Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos.
Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?".
El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan".
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
"Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?".
Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres.
Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.
Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada".
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada.
Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo".
Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.”
REFLEXIÓN
Nuestro mundo está hambriento de muchas cosas. Hay muchas carencias de todo tipo: materiales, psicológicas, educativas, morales, afectivas… Los que han tenido en sus manos el bienestar de la mayoría, solo se han preocupado de ellos mismos, dilapidando inconscientemente, sabiendo que el sistema acudiría en su ayuda. Es el mundo al revés. Las personas, además, se definen por lo que les falta o por lo que todavía no son, y así es como proyectan llegar a ser algo siempre diferente y presumiblemente mejor. Estamos marcados a fuego por la insatisfacción; ella es la que nos anima a cambiar continuamente, a transformarnos y querer alcanzar cada vez metas mayores.
Jesús, debido a que conocía a fondo esta condición humana, sabía detectar las necesidades de los hombres y mujeres de su tiempo. Es el Hijo del Dios que se preocupa por sus criaturas, que las convierte en hijos por los que develarse, y hace como todo buen padre: no puede dormir sabiendo que su hijo no se encuentra bien del todo. Jesús conoce también hoy nuestra hambre que, como entonces, no busca meramente ser saciada, porque no se trata solo de hambre del pan de trigo sino del hambre constante de un pan que no se puede comprar en la panadería.
El pan de nuestra hambre no se compra sino que se comparte; no es el resultado de un intercambio comercial, sino de una relación de amor y amistad. Cuando en el relato evangélico Jesús no da de comer sino que anima a dar de comer, aunque se tenga tan poco como cinco panes de cebada y dos peces para compartir, enseña que lo importante no es comer sino cómo haber comido. La mejor forma de hacerlo pasa por valorar lo que cada uno pueda aportar, reconociendo así el significado de cada persona, descubriendo cómo todos estamos llamados, tal y como decía san Pablo a los efesios, a estar unidos en el amor.
ENTRA EN TU INTERIOR
NUESTRO GRAN PECADO
El episodio de la multiplicación de los panes gozó de gran popularidad entre los seguidores de Jesús. Todos los evangelistas lo recuerdan. Seguramente, les conmovía pensar que aquel hombre de Dios se había preocupado de alimentar a una muchedumbre que se había quedado sin lo necesario para comer .
Según la versión de Juan, el primero que piensa en el hambre de aquel gentío que ha acudido a escucharlo es Jesús. Esta gente necesita comer; hay que hacer algo por ellos. Así era Jesús. Vivía pensando en las necesidades básicas del ser humano.
Felipe le hace ver que no tienen dinero. Entre los discípulos, todos son pobres: no pueden comprar pan para tantos. Jesús lo sabe. Los que tienen dinero no resolverán nunca el problema del hambre en el mundo. Se necesita algo más que dinero.


Jesús les va a ayudar a vislumbrar un camino diferente. Antes que nada, es necesario que nadie acapare lo suyo para sí mismo si hay otros que pasan hambre. Sus discípulos tendrán que aprender a poner a disposición de los hambrientos lo que tengan, aunque sólo sean «cinco panes de cebada y un par de peces».
La actitud de Jesús es la más sencilla y humana que podemos imaginar. Pero, ¿quién nos va enseñar a nosotros a compartir, si solo sabemos comprar? ¿quién nos va a liberar de nuestra indiferencia ante los que mueren de hambre? ¿hay algo que nos pueda hacer más humanos? ¿se producirá algún día ese "milagro" de la solidaridad real entre todos.
Jesús piensa en Dios. No es posible creer en él como Padre de todos, y vivir dejando que sus hijos e hijas mueran de hambre. Por eso, toma los alimentos que han recogido en el grupo, «levanta los ojos al cielo y dice la acción de gracias». La Tierra y todo lo que nos alimenta lo hemos recibido de Dios. Es regalo del Padre destinado a todos sus hijos e hijas. Si vivimos privando a otros de lo que necesitan para vivir es que lo hemos olvidado. Es nuestro gran pecado aunque casi nunca lo confesemos.
Al compartir el pan de la eucaristía, los primeros cristianos se sentían alimentados por Cristo resucitado, pero, al mismo tiempo, recordaban el gesto de Jesús y compartían sus bienes con los más necesitados. Se sentían hermanos. No habían olvidado todavía el Espíritu de Jesús
José Antonio Pagola
ENTRA  EN TU INTERIOR
Este pan compartido entre todos y engrandecido por el amor divino deja realmente satisfechos a los que lo comen. Pero la satisfacción no es porque las tripas hayan dejado de rugir, sino porque los corazones han quedado ensanchados. Por eso este pan, que simboliza el amor fraterno, el de los hijos dignificados de Dios, sobra, sobreabunda y puede dar de comer a muchos más, a todos, a nosotros también, dos mil años después. Ciertamente no nos hace falta un Dios panadero que cubra nuestras necesidades como si de una función se tratara; descubrimos al Padre de Jesucristo que nos da más de lo que necesitamos, cuyo amor no solo nos llena sino que ante todo nos desborda.
 
ORACIÓN FINAL
Oh Dios, protector de los que en ti esperan, sin ti nada es fuerte ni santo; multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros, que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro señor Jesucristo. Amén.

Expliquemos el Evangelio a los niños.
Imágenes de fano

Para colorear.
“En tus manos, todo se multiplica”


lunes, 13 de julio de 2015

19 DE JULIO: XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.




“Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma”.
DOMINGO 19 DE JULIO
DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)
1ª Lectura: Jeremías 23,1-6
Reuniré el resto de mis ovejas y les pondré pastores.
Salmo 22: “el Señor es mi pastor, nada me falta”.
2ª Lectura: Efesios 2,13-18
Él es nuestra paz, él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa.
PALABRA DEL DÍA
Marcos 6,30-34
“En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: -venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco. Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, vio Jesús un gran gentío, sintió compasión de ellos, pues eran como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas”.
Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
El les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer.
Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto.
Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos.
Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.”
REFELXIÓN
            El Evangelio nos presenta a los Doce que comparten con Jesús la misma misión: anunciar y curar. Cumplida su misión, se reagrupan en torno a él para hacer un balance de lo realizado. Jesús les invita a descansar: “No tenían tiempo ni para comer”. Lo importante y prioritario en la tarea pastoral es cuidar al pastor.
            Encontrar ratos de descanso, saber descansar, se nos presenta como una necesidad vital. Hay que saber descansar, ya que el cansancio que más nos está afectando es un tipo de cansancio mucho más hondo que el físico; es un cansancio existencial, que consiste en realizar actividades sin saber “por qué”, ni “para qué”, ni sus consecuencias; es un vivir vacío, sin sentido. Descansar es saber parar para vivir, reír, ser, compartir, querer… Pero no es nada fácil descansar. Los problemas nos absorben y perdemos horizontes y visión. Estamos rodeados de mucho ruido fuera y dentro de nosotros, que nos incapacita para reflexionar y contemplar. Por eso, es preciso que tomemos distancia para conseguir tener calma, para que miremos con objetividad todo lo que sucede a nuestro alrededor. Descansar es disfrutar de manera sencilla, cordial, entrañable, del regalo de la existencia; es hacer las paces en nuestro interior, reencontrarnos con lo mejor de nosotros mismos y posibilitar que reaparezca la capacidad de saber mirar y observar, es lo que se llama “contemplación", a fin de descubrir toda esa vida rica que no se ve, pero que está ahí.
ENTRA EN TU INTERIOR
C0M0 0VEJAS SIN PASTOR
       Los discípulos, enviados por Jesús para anunciar su Evangelio, vuelven entusiasmados. Les falta tiempo para contar a su Maestro todo lo que han hecho y enseñado. Al parecer, Jesús quiere escucharlos con calma y los invita a retirarse «ellos solos a un sitio tranquilo a descansar un poco».
       La gente les estropea todo su plan. De todas las aldeas corren a buscarlos. Ya no es posible aquella reunión tranquila que había proyectado Jesús a solas con sus discípulos más cercanos. Para cuando llegan al lugar, la muchedumbre lo ha invadido todo. ¿Cómo reaccionará Jesús?
       El evangelista describe con detalle su actitud. A Jesús nunca le estorba la gente. Fija su mirada en la multitud. Sabe mirar, no sólo a las personas concretas y cercanas, sino también a esa masa de gente formada por hombres y mujeres sin voz, sin rostro y sin importancia especial. Enseguida se despierta en él la compasión. No lo puede evitar. «Le dio lástima de ellos ». Los lleva todos muy dentro de su corazón.
       Nunca los abandonará. Los «ve como ovejas sin pastor»: gentes sin guías para descubrir el camino, sin profetas para escuchar la voz de Dios. Por eso, «se puso a enseñarles con calma», dedicándoles tiempo y atención para alimentarlos con su Palabra curadora.
       Un día tendremos que revisar ante Jesús, nuestro único Señor, cómo miramos y tratamos a esas muchedumbres que se nos están marchando poco a poco de la Iglesia, tal vez porque no escuchan entre nosotros su Evangelio y porque ya no les dicen nada nuestros discursos, comunicados y declaraciones.
       Personas sencillas y buenas a las que estamos decepcionando porque no ven en nosotros la compasión de Jesús. Creyentes que no saben a quién acudir ni qué caminos seguir para encontrarse con un Dios más humano que el que perciben entre nosotros. Cristianos que se callan porque saben que su palabra no será tenida en cuenta por nadie importante en la Iglesia.
       Un día el rostro de esta Iglesia cambiará. Aprenderá a actuar con más compasión; se olvidará de sus propios discursos y se pondrá a escuchar el sufrimiento de la gente. Jesús tiene fuerza para transformar nuestros corazones y renovar nuestras comunidades.

José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR    
            El Evangelio nos narra el regreso de los doce, muy contentos de su misión evangelizadora. Jesús ante el acoso del pueblo, les propone descansar en un lugar solitario, solos. Pero, al llegar al lugar que creían solitario, se encuentran con una gran muchedumbre. Jesús se da cuenta de la situación del pueblo y esto le provoca el mismo sentimiento que tuvo al encontrarse con el leproso; es la reacción propia del amor tierno ante la miseria y la degradación de la gente. Sentimiento que en el antiguo testamento se atribuye a Dios. Lo que conmueve a Jesús es que la multitud estaba como ovejas sin pastor, desorientada por el abandono de los dirigentes, Jesús asume el papel del buen Pastor.
           Hoy quizás nos encontremos igual, abandonados por nuestros dirigentes, tanto políticos, que su misión es representarnos y defendernos, como religiosos, que su misión es no perder nunca la capacidad de la denuncia profética a tiempo y a destiempo.
            Jesucristo es el único y verdadero pastor. A los demás se les llama pastores del pueblo en cuanto que le representan o mejor transparentan sus rasgos. Un rasgo a representar es la “compasión”, ser capaz de compartir los sentimientos de los hermanos. Pues esto significa el término “compasión”: abrazar con todas tus fuerzas y con toda tu vida los sentimientos o la situación del otro, hasta el punto de hacerlos tuyos; sintonizar con la pena, el dolor o miseria ajenas. Es lo que dice san Pablo: “con los que ríen, estad alegres; con, los que lloran, llorad… No tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente sencilla”. Esta cercanía vivencial y acogida cordial y compasiva es tan fundamental y tan prioritaria que pide interrumpir el descanso y acercarse con calma a escuchar y compartir la situación de necesidad del otro. Así es como actuó Jesús, el verdadero pastor.
ORACIÓN FINAL
            Muéstrate propicio a tu pueblo, Señor, y a quienes has iniciado en los misterios del reino concédeles abandonar el pecado y pasar a una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Expliquemos el Evangelio a los niños.
Imagen de Fano
"Sin Pastor"